Vender software libre: El nuevo negocio del Código Abierto

El código abierto se está convirtiendo en una pieza cada vez más importante de las infraestructuras empresariales. Su desarrollo, en una propuesta de negocio. Y conocer las empresas que lo venden y las comunidades que lo crean, en parte crítica del trabajo de los CIOs.

El futuro del código abierto como negocio sostenible no parece estar tan relacionado con Linus Torvals como con Marty Roesch. En 1998, Roesch, entonces con 28 años de edad e ingeniero de la compañía de telecomunicaciones GTE-I, creó un programa de fuente abierta, denominado Snort, para la detección de intrusiones en redes de ordenadores. Hoy, reconoce que es multimillonario gracias a la venta en octubre de 2005 de Sourcefire, la compañía que creó para vender módulos software adicionales desarrollados para Snort por 225 millones de dólares al líder en seguridad Check Point.

El camino a la riqueza seguido por Roesch –utilizar Internet para distribuir software de código abierto gratis y vender piezas propietarias (de código cerrado) que mejoran la oferta gratuita- emerge ahora como uno de los nuevos modelos de negocio más populares en la industria de software, según los inversores de capital riesgo. Este modelo, que podríamos llamar de “fuente mixta”, parece reunir lo mejor de ambos mundos: los CIOs consiguen el software gratis, y las empresas que desarrollan el código obtienen las direcciones de correo de los usuarios que lo descargan, pudiendo así intentar venderles después sus add-ons propietarios. Un modelo de especial interés para el capital-riesgo, dado que, a fin de cuentas, su dinero se destinará a software que puede ser vendido directamente, en lugar de a grandes plantillas de ventas o costosas y no siempre efectivas campañas de branding y marketing.

Modelos de “fuente mixta”
Pero en la carrera para rentabilizar el modelo de código abierto, los intereses de las empresas que pretenden explotar esta nueva forma de negocio, generalmente start-ups, pueden colisionar con las comunidades que las engendraron. Cuando una compañía apoyada por los inversores construye tanto software abierto como propietario bajo un mismo paraguas, incita a la necesidad de un arreglo de cuentas entre la gente que ha contribuido con el componente gratuito (la comunidad de código abierto) y la compañía que busca obtener una ventaja competitiva del elemento propietario. “Es un conflicto de intereses inherente a este modelo”, asegura Jo Tango, de la compañía de capital-riesgo Highland Capital Partners. “¿De quién se aprueban los add-ons al software?, ¿cómo se da prioridad a esos add-ons?, ¿cómo determinar si cualquier nueva mejora o funcionalidad debe considerarse como un avance del producto de código abierto o como un módulo creado con vistas a conseguir beneficios?”.

Lo cierto es que la respuesta a estas preguntas dependerá de diversos factores, no siempre previsibles, y ello crea un espacio de juego indeterminado que puede llevar a situaciones en las que los CIOs se dejen seducir por la idea de utilizar lo que parece ser una tecnología gratuita para descubrir poco después que deberán pagar si desean hacerla funcionar de manera adecuada, indica Michael Goulde, analista senior de Forrester Research. Por su parte, Jo Tango añade que, en realidad, este modelo “lleva existiendo muchos años, dado que no es diferente del seguido por los fabricantes en las versiones de prueba de sus soluciones software comerciales”.

Y si dejamos de lado la condición de “abierto”, así es. Las empresas suministradoras de software propietario han estado lanzando versiones de prueba de su software desde hace años. Aunque en este caso el código es cerrado, y las versiones gratuitas ofrecen menos de lo que el cliente obtendrá si paga el precio por comprar el producto, “realmente no existe diferencia respecto de lo que las denominadas firmas de fuente abierta hacen con las versiones para la comunidad (código abierto) y empresariales (propietarias) de su software”, indica Barry Strasnick, CIO de CitiStreet, compañía dedicada a la gestión de beneficios.

En otras palabras, la parte gratuita se convierte en poco más que una solución de entrada, añade Adds Lee Hughes, CIO de Owens Forest Products, quien también se muestra inquieto ante la posibilidad de que las compañías con modelos mixtos acaben “mutilando” sus ofertas abiertas. “Me preocupa que si una compañía tiene una versión de código abierto gratuita y una versión comercial con funcionalidades mejoradas, la versión libre sufrirá las consecuencias convirtiéndose en una solución de menor gama dentro de la línea”.

En espacios cada vez más críticos
Strasnick y Hughes no se sentirían tan preocupados si el software de fuente abierta continuara siendo, como lo fue durante mucho tiempo en el pasado, un recurso para que sus desarrolladores experimentaran intentando ahorrar dinero en un pequeño número de servidores. Pero poco a poco se ha ido convirtiendo en parte esencial de la estrategia de adquisición de software de muchos CIOs, especialmente en el nivel de software de infraestructura. Tanto es así que la firma de investigación Gartner predice que en el año 2010 las organizaciones de la lista Global 2000 IT verán el código abierto como una opción viable para el 80% de sus inversiones en software de infraestructura. Así pues, los CIOs no puede permitirse ya considerar el código abierto como algo fácilmente desechable, ni dejar de soportar el código abierto convertido en componente vital de sus infraestructuras.

Sin embargo, para no verse metidos en un callejón de salida, conviene que recuerden que la compra de este tipo de software es un proceso muy diferente a la adquisición de software tradicional. La empresa a la que se estará comprando es una comunidad, las referencias que el responsable de compras deberá contrastar no dejarán de ser notas en boletines online, cuyos creadores pueden no ser ni siquiera desarrolladores de la compañía propietaria de la Web donde se publican.

Existen diferentes modelos de negocio emergiendo detrás de lo que aquí hemos llamado “código mixto”, de manera que los CIOs tendrán que informarse bien sobre esas empresas y comunidades hasta alcanzar un grado razonable de certeza sobre si seguirán existiendo dentro de uno o dos años. Se trata de una investigación de negocio crítica para los CIOs. Tan importante en realidad como seguir la marcha del precio de las acciones de Oracle o Microsoft, sus estrategias de adquisición y sus anuncios de actualizaciones.

Bajo las reglas del capital
Roesch se muestra inquieto cuando se le pide su opinión sobre el temor de los CIOs a que un producto de código abierto llegue a convertirse en una versión “lisiada” de la oferta comercial equivalente. Y tiene razones para sentirse aludido. Hace ocho años, él mismo desarrolló el núcleo de Snort. Desde entonces, estima que ha escrito 3.000 postings para la lista de discusión de Snort y ha ido construyendo una importante comunidad de usuarios –más de dos millones de descargas y 100.000 usuarios activos, según datos facilitados por el propio Roesch. A cambio, consiguió rápidamente lo que muchos desarrolladores de código abierto ansían: respeto y reconocimiento. Pero no dinero. “Nunca estuve motivado por intereses financieros”, subraya. “Simplemente, los beneficios han llegado por las decisiones que hemos debido tomar para que la comunidad continuara. Creo que la gente no desarrolla código abierto pensando hacer negocio. Más bien se persigue ganar reputación”.

Roesch podía haber aprovechado su reputación para conseguir un t

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