La UE acuerda la introducción de los pasaportes biométricos

El Parlamento Europeo ha acordado un plan para la introducción a partir del 29 de junio de pasaportes biométricos computerizados que incluyan las huellas dactilares de los ciudadanos además de sus fotografías. La iniciativa ha sido aprobada a pesar de las críticas de los grupos de defensa de las libertades civiles y expertos en seguridad que argumentan fallos de naturaleza técnica.

Una inmensa mayoría de los miembros del Parlamento Europeo han respaldado el proyecto. Sólo se han pedido algunos cambios modestos sobre la propuesta inicial, elaborada por la Comisión Europea, brazo ejecutivo de la UE.

La presión para introducir pasaportes biométricos en Europa cobró intensidad a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Añadiendo las huellas dactilares a los pasaportes, comenzó a argumentarse, se mejoraría la seguridad del documento al hacer más difícil para los delincuentes su falsificación o el viajar impunemente con pasaportes robados.

Muchos grupos de libertades civiles se oponen al uso de las huellas dactilares por motivos tanto técnicos como éticos. Entre estos últimos, se encuentra el peligro de crear una base de datos informática que contenga tal cantidad de información personal sobre personas inocentes. Y, desde el punto de vista técnico, argumentan que los pasaportes biométricos resultan sólo tan seguros como los actuales documentos en papel y podrían incluso facilitar a los criminales viajar a través de las fronteras si consiguen una identificación biométrica falsa.

Posibles errores
En esto último coinciden algunos especialistas en seguridad. “Existe el riesgo de que la policía y otros responsables del control de fronteras empiecen a apoyarse demasiado en la tecnología a expensas de las técnicas tradicionales de identificación de viajeros”, señala, por ejemplo, Richard Clayton, investigador de seguridad de la Universidad de Cambridge.

“Con los actuales pasaportes, las fuerzas de control de viajeros miran detenidamente la cara de las personas. Si cambian su atención a las huellas dactilares, surgirá el riesgo de perder el elemento humano en el proceso, como la observación de la posible inquietud o el nerviosismo de los ciudadanos al atravesar la frontera”, continúa Clayton.

El problema es que el sistema de reconocimiento vía huellas dactilares no es infalible, como la experiencia demuestra. Clayton explica, cómo, por ejemplo, tras los atentados terroristas de 2004 de Atocha en Madrid, el abogado estadounidense Brandon Mayfield fue arrestado y retenido durante dos semanas porque sus huellas encajaban con las de unos de los sospechosos. Más tarde se descubrió que se trataba de un error.

Unos años antes, en 1997, Shirley McKie, policía de la policía escocesa, fue acusado de asesinato porque sus huellas dactilares resultados erróneamente identificadas en la escena de un crimen. McKie siempre mantuvo que nunca había visitado el lugar, y, más tarde, se vio que la huellas de sus dedos eran casi idénticas a las de uno de los sospechosos.

Pequeños cambios
Una de las modificaciones exigidas por el Parlamento sobre el proyecto original evitará que se obligue a los niños a viajar con pasaportes biométricos, dado que sus huellas dactilares cambian durante el desarrollo, y, por tanto, el sistema resulta poco fiable. Sin embargo, no podrán ser incluidos en los documentos de sus padres, sino que habrán de disponer de su propio pasaporte “no-biométrico”.

Las personas que carecen de manos, obviamente, estarán también exentas de este tipo de documentos. Tendrán, en lugar de ello, que solicitar pasaportes temporales de un año de validez cuando deseen atravesar las fronteras.



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