Una propuesta atractiva pero no exenta de riesgos

Ciertamente, la virtualización de servidores ofrece beneficios irresistibles a las empresas, pero también puede ocasionarles complejos quebraderos de cabeza. Entre los primeros cabe destacar el ahorro de aparatos hardware en el centro de datos –y el consiguiente ahorro de espacio- la agilización de las cargas de trabajo, una mayor flexibilidad en la recuperación ante desastres, la reducción de costes, y, por ende, la disminución de las emisiones de carbono que perjudican a nuestro planeta. Todas estas ventajas tienen, no obstante, un precio, que puede llegar a ser muy alto si la planificación no es la adecuada.

En el camino hacia la virtualización existen algunos obstáculos difíciles de superar y que la empresa debe conocer y prever de antemano. Un tropezón podría llegar a arruinar cualquier proyecto de esta naturaleza. Sin duda, le resultará traumático el darse cuenta repentinamente de que la plantilla TI de su empresa no está preparada para llevarlo a cabo y requiere una importante formación al respecto, por ejemplo. O quizá se lleve una sorpresa desagradable al no haber previsto que le llevaría al menos un mes tomar el control de su entorno servidor para poder empezar a trabajar en su transformación. También podría verse obligado a gastar dinero extra para cubrir algunos costes ocultos o comprar nuevo equipamiento, porque -sí, así es- para lo que se supone un proyecto de consolidación servidor, probablemente necesitará al principio adquirir nuevas máquinas. E incluso si consigue apañárselas para salir airoso de estas y algunas otras dificultades, lo más probable es que, al menos en algunos momentos, se sienta confundido ante los numerosos -y, a veces, contradictorios- reclamos de liderazgo en rendimiento de los diferentes suministradores de virtualización.

Más allá del jaleo mediático
Probablemente existe un exceso de marketing en los discursos de los suministradores de este tipo de tecnologías. Bajando a la realidad, podría decirse que, en rigor, el rasgo esencial de la virtualización servidor consiste en romper el matrimonio tradicional entre el hardware y el software (en este caso, entre el sistema físico y el software de sistema operativo), y en permitir, como consecuencia, que un único servidor físico hospede muchos servidores virtuales con sistemas operativos diferentes.

Los beneficios de ello derivados acercarán a la empresa a lo que cualquier responsable TI consideraría el nirvana informático, una de cuyas características es, sin duda, la consolidación de servidores. Los propios suministradores se han dejado seducir por la idea. Por ejemplo, IBM ha trasladado la carga de trabajo de sus 3.900 servidores a 30 mainframes System z9 virtualizados que corrían el sistema operativo Linux, un cambio con el que espera reducir su consumo energético en nada menos que un 80%. Este porcentaje se traducirá en el caso de IBM en ahorros de más de 2 millones de dólares en energía. Por su parte, NetApp asegura haber conseguido consolidar 343 servidores en 177 y redujo 50 sistemas de almacenamiento a diez aplicando tecnologías de virtualización.

Realmente el mercado está inundado de casos de éxito relacionados con la virtualización servidor, y el ritmo con que se producen aumenta cada día. Y los beneficios por ella prometidos están teniendo un claro reflejo en la industria. La firme apuesta del mercado por estas tecnologías hizo que la unidad de virtualización de EMC, VMware, adquiriera un valor de casi 1.000 millones de dólares en su salida al mercado bursátil. Citrix Systems, que en diciembre de 2007 se hizo con el suministrador de virtualización servidor XenSource, se apresuró a presentar ya en marzo XenServer 4.1, la primera versión de este hipervisor desarrollada tras la compra. Por su parte, la firma de investigación de mercado Gartner ha definido la señalado como “la tendencia más importante en el ámbito de servidores hasta 2012”. Y hasta Microsoft ha demostrado su elevado interés por este negocio con el lanzamiento de su hipervisor (o gestor de máquina virtual) Hyper-V, que compite ya directamente con las ofertas de VMware, líder indiscutible en la actualidad, y Citrix.

Pero más allá de la fiebre de virtualización que inunda el mercado, lo cierto es que la virtualización servidor cambia desde sus fundamentos más profundos la apariencia y el funcionamiento de los centros de datos. Y ninguna gran transformación es fácil.

Pueden no conseguirse los esperados ahorros en hardware
Una de las mayores ironías de la virtualización servidor consiste en que muchas empresas esperan conseguir ahorrar con ella grandes cantidades de dinero desde el principio, cuando, como se ha apuntado, la realidad es muy diferente. A menudo les exigirá al principio gastos adicionales. Esto se debe a que la virtualización servidor demandará ineludiblemente dos cosas: almacenamiento compartido y servidores potentes, ricamente configurados y equipados con chips de memoria basada en hardware del tipo de algunos de los ofrecidos por AMD e Intel.

Incluso si usted ya cuenta con este tipo de servidores, no podrá evitar cierta inversión derivadas de las peculiares exigencias del nuevo entorno que planea introducir. Las cuestiones de interoperatividad servidor, por ejemplo, frustrarán muchas jornadas de los trabajadores implicados en proyectos de virtualización. Por poner un caso, “no se puede mezclar plataformas AMD e Intel en el mismo cluster ESX (VMware)”, como explica Chris Wolf, analista de Burton Group. “Resulta imposible mover una máquina virtual entre ellos sin reiniciarla”.

Algo parecido ocurre con las redes de área de almacenamiento (SAN). No todas las SAN soportan un entorno virtualizado. Además, el ancho de banda existente en la empresa quizá resulte de pronto insuficiente para satisfacer las demandas de un número creciente de servidores virtuales, lo que obligará a terminar gastando dinero

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