CIO en peligro de extinción

En España hay voces que abogan por abolir el trabajo asegurado para los funcionarios. En su caso, los CIO de la AGE deben meditar sobre el peligro de extinción que les puede amenazar si no se sabe cortar a tiempo la ola de comentarios sobre sus derechos y funciones. Deben saber reivindicar sus derechos frente a la clase política insistiendo en la necesidad de contar con un líder CIO.

En España seguimos inmersos en un proceso de deterioro económico sin precedentes cercanos, y no se vislumbra ni se intuye ni se estima la duración aproximada de la corrosiva situación. Abundan las declaraciones y puntos de vista de quienes, lógicamente –por sus estudios y dilatada experiencia profesional en áreas económicas– dominan la materia de los entramados del dinero y sus múltiples vericuetos, permitiéndose, en puro gesto de compromiso por coadyuvar en la búsqueda de soluciones, en desgranar un recetario de consejos que en el Ejecutivo deberían analizar. Sin embargo, por lo que estamos padeciendo sin solución de continuidad, da la impresión que Zapatero se siente sobrado de conocimientos de economía –quizás porque confía más en los especialistas, bien remunerados, incluidos en el grupo de sus 633 asesores– y desoye y no contempla otras fórmulas alternativas provenientes de expertos. La consecuencia, mala consecuencia, es que no se adivina el camino para salir del atolladero, y las especulaciones y vaticinios, de toda índole, invaden el mundo de las comunicaciones con mensajes nada tranquilizadores.

Los CIO de la AGE
Entre el maremágnum de opiniones respecto a posibles medidas a aplicar para soltar lastre y levantar el vuelo hacia metas deseables se están observando, en cifra creciente, declaraciones de quienes apuntan directamente a reformas profundas en la Administración General del Estado (AGE). Entre ellas, la más reiterada, se centra en la, para ellos, aconsejable recomendación de terminar con el privilegio, según ellos, de que los funcionarios disfruten de un contrato de por vida. Todos exponen razones, y aportan datos, con los que tratan de demostrar la conveniencia de acabar con el disfrute de un trabajo profesional seguro, sin riesgo de interrumpirse a lo largo de la vida laboral. Algunas opiniones, en esta línea, señalan un reconocimiento en privado de cargos sindicales apuntando que en poco más de quince años las Administraciones, fundamentalmente, estarán compuestas por contratados laborales con similares derechos a los trabajadores del sector privado. Con este planteamiento, es obvio que uno de los colectivos de la AGE que más preocupados deberían estar es el de los CIO porque la contratación de los servicios TIC pasaría, en su mayoría, previsiblemente, por la fórmula de la externalización. Los CIO de la AGE deben meditar respecto al potencial peligro de extinción que les puede amenazar si no se sabe cortar a tiempo –con argumentos, por supuesto, y si fuera posible con hechos evaluables mejor– la ola de comentarios sobre sus derechos y funciones. Teniendo presente que toda revolución o la haces o te la hacen deben reaccionar presentando modelos alternativos al actual, referidos a las TIC en la AGE, con empaque y calado suficientes como para atraer la atención y considerar su análisis. Sería la forma más elocuente de reclamar y valorar su sitio, trasladando la idea de que el CIO de la AGE, lo único que necesita, es ser bien utilizado en su bagaje de conocimientos y experiencia.

Falta un líder CIO
Entre quienes abogan por la abolición del privilegio de trabajo asegurado para los funcionarios, se encuentran los que ponen el ejemplo de Suecia –donde los funcionarios no tienen el trabajo asegurado de por vida– o los que se fijan en el Reino Unido, donde se viene aplicando el modelo de gestión New Public Management, con evaluaciones anuales respecto a rendimiento y niveles de calidad, persiguiendo el mantenimiento del equilibrio entre ingresos y gastos. Pero, se está cuestionando la idoneidad de este modelo porque, según sus críticos, ha bajado sensiblemente la calidad y eficiencia de la atención al ciudadano. En cualquier caso, la fijación sobre los funcionarios es manifiesta. Lo prueban las recientes declaraciones del ministro de Trabajo del Reino Unido, Iain Duncan Smith –durante su presencia en España el pasado mes de julio para dar unas conferencias– en las que aseguró que había que reducir el tamaño del sector público, agregando que en su país iban a despedir a medio millón de funcionarios; y las del economista Ramón Tamames en las que, inclinándose por la supresión de la condición del trabajo seguro para el funcionario, aseguraba que España funcionaría con dos millones de funcionarios, frente a los 3,2 que hay ahora. Esta línea de manifestaciones tiene que hacer reflexionar a los CIO de la AGE que no ejercen, porque no les dejan los políticos, el protagonismo que debieran en las responsabilidades TIC. Tienen que saber reivindicar sus derechos frente a la clase política –no enfrentándose a ella, porque puede ser muy peligrosa la reacción de los necios– insistiendo, insistiendo e insistiendo en la imperiosa necesidad de contar con un líder CIO –algo análogo, como he comentado en alguna ocasión, al de Kundra, un CIO en el gobierno de Obama–. Con un poder de interlocución como éste, con los más altos mandatarios de nuestro país, los CIO de la AGE no tendrían que correr ningún peligro de extinción.


Eugenio Ballesteros es analista y columnista de ComputerWorld y CIO.

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