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¿La economía colaborativa va a cambiar la forma de hacer negocios?

Internet pone los bienes, servicios y experiencia necesaria en la punta de los dedos. Algunos lo llaman 'Economía Colaborativa', focalizada menos en las transacciones y más en el intercambio. Otros ven una vuelta a los días tempranos del intercambio económico. De cualquier forma, está cambiando rápidamente la forma en que hacemos negocios.

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En el movimiento constructor, la gente crea cosas utilizando impresoras 3D. Extienda esta idea a la economía colaborativa y los individuos comparten bienes en vez de comprarlos en instituciones que ven ineficientes.

 

Tales movimientos van a ser una potente disrupción en los negocios, considera Jeremiah Owyang, de Crowd Companies y consultor (y antiguo analista) de Altimeter Group. “Si piensa que los social media han sido disruptivos, todavía no has visto nada. Los social media sólo han creado disrupción en las comunicaciones, la atención al cliente y las relaciones empresariales. Este próximo movimiento va a generar disrupción en los modelos de negocio hasta sus cimientos”.

 

 

La Economía Colaborativa ‘de compartición’ tiene cinco elementos clave

Owyang identifica cinco elementos clave de la economía colaborativa:

 

1.- Bienes. Las mujeres en particular comparten vestidos y joyas para tener un ropero ilimitado sin tener que comprar tantas ‘cosas’. Startups como 99 Dresses Poshmark y Threadflip sirven como sitios de compra/venta/intercambio que ofrecen productos de marca que los clientes pueden reciclar de forma continua.

 

2.- Servicios. Una diversidad de sitios como eLance, Freelancer, oDesk y TaskRabbit permiten que la gente pueda compartir su tiempo y/o experiencia.

 

3.- Transporte. Cuando la gente comparte viajes en compañías como Uber y Lyft, pueden no necesitar comprar un coche nunca más.

 

4.- Espacio. Sitios como DesksNearMe, Liquid Space, ShareDesk y PivotDesk, ofrecen una alternativa a tener que contratar alquileres a largo plazo y permite a los individuos alquilar despachos, oficinas o salas de reunión en el espacio de otras personas. Los propietarios de casas participan también gracias a Airbnb, que Owyang dice que tiene ahora más inscritos que IHG, la mayor cadena hotelera del mundo.

 

5.- Dinero. Sitios de ‘crowdfunding’ y de préstamos ‘peer-to-peer’ como Kickstarter y LendingClub están ya despegando. LendingClub, por ejemplo, permite a las personas prestar dinero y conseguir un interés, o tomarlo prestado de individuos o inversores a un 5% de interés.

 

 

Economía Colaborativa un nuevo término para un viejo concepto, según algunos

No todo el mundo ve esta tendencia emergente como una economía colaborativa, aunque Brian Solis, analista principal de Altimeter Group, lo ve como una economía de compartición o cooperativa, “una donde la gente comercializa sus posesiones o su tiempo a otros que eligen utilizarlo, no comprarlo, a cambio de algo de valor acordado”.

 

En ese sentido, dice Solis, no es necesariamente tan colaborativo como se podría pensar: “está en realidad facilitado y optimizado por plataformas de software inteligentes y principalmente móviles que conectan a las personas, bienes y servicios, experiencias compartidas y el comercio”.

 

Evan Wuinn, director de investigación de Enterprise Management Associates, está de acuerdo, diciendo que esta noción no es nada nuevo. “Quizás algunos ‘líderes de opinión’ han olvidado que el trueque fue la primera forma de intercambio económico de la humanidad, y todavía hay muchos mercados físicos en todo el mundo donde se intercambian bienes por bienes”.

 

En la Era de Internet, los mercadillos digitales y los sitios de trueque abundan, con sitios como Craigslist y eBay que ofrecen tanto una forma de colaboración e intercambio al estilo digital al bazar del Mundo Antiguo, dice Quinn. Lo mismo aplica a sitios de alquiler vacacional como VRBP y FlipKey, que además de alquileres ofrecen a los usuarios la oportunidad de intercambiar una semana de la vivienda propia por una semana en la de otra persona.

 

“Podemos haber digitalizado el modelo económico, pero el modelo sigue siendo el mismo. Lo que ha cambiado es el nivel de inclusión”, afirma Quinn. “Cualquiera con una conexión de Internet puede optar a ser incluido”. “En todo caso”, dice, lo que está ocurriendo es un “intercambio colaborativo”.

 

 

Los participantes deben sopesar el valor contra los costes transaccionales

No es sorprendente que la economía y la practicidad de los intercambios varían tremendamente con el tipo de activos, el mercado, y la forma en que el activo puede ser cargado, según el analista de Forrester Ted Schadler. Los individuos deben considerar el valor y los costes transaccionales, esto es, ¿es más caro realizar la transacción (incluyendo la mitigación del riesgo) que lo que vale?.

 

Tomar prestado una batidora del vecino, dice Schadler, y el coste transaccional es el paseo a la puerta de al lado a recogerlo y deber un favor al vecino. Si se utiliza un servicio online para alquilar una batidora, en cambio, y hay que pagar el coste de recogerlo y dejarlo. “Puede entonces merecer la pena o no”.

 

Schadler avisa de que los prestatarios deben tener en cuenta los costes transaccionales antes de seguir adelante. Internet reduce dramáticamente los costes transaccionales de publicitar la disponibilidad de un activo y de encontrar el activo que se desea. Los activos serán compartidos en la denominada economía colaborativa cuando los costes transaccionales sean menores que el valor obtenido. Esto significa que los consumidores deben priorizar las categorías basadas en el valor del activo y de los costes transaccionales de alquilar el activo.

 

 

Si la economía colaborativa es fácil, no hay razón para no utilizarla

Lo que hace única a esta economía de compartición, dice Solis, es su evolución. Con su evolución viene la simplicidad, y con la simplicidad la comodidad, y de repente, todo el mundo tiene algo que contribuir sin tener que crear o aprender una infraestructura compleja.

 

Lo mismo aplica a cualquiera que busque alternativas a los productos comerciales principales. Cuando la gente puede optar a tener un ingreso extra, o ahorrar mediante la utilización en vez de la posesión, todo en un intercambio informado y sin fricciones, y sin tener que pensárselo dos veces, sólo se puede esperar que esta tendencia se expanda y sea disruptiva.

 

“No creo que un entorno de comercio estricto de persona a persona aparezca para reformar nuestra economía mucho más de lo que Internet ya ha cambiado a la economía global y los modelos de negocio, ya que el incremento del intercambio de persona a persona no obvia la necesidad de producir el producto o servicio original, dice Quinn. “La próxima vez que alguien te diga de un vecino que venda sus cosas, o la próxima vez que un amigo recoja a tu hijo del colegio y tu pongas la comida para la cena de ambas familias, ya puedes decir ‘estoy participando en la economía colaborativa”.



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