Un 2010 para madurar ideas

En este número, que coincide con el último mes del año, es oportuno analizar la red de obstáculos por la que se ha movido el CIO, en España, desde el inicio de 2010. La mayor parte las malas vicisitudes que ha tenido que salvar, por no decir todas, y las dificultades por las que ha transitado han estado generadas por la pésima –lamentablemente, susceptible de empeorar para 2011– situación de la economía.

Aferrados, más que por convicción por necesidad, al deseo de tener que creer en las promesas reiteradamente lanzadas por nuestro presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, augurando mejorías, pese a la crisis, el CIO albergaba la esperanza –es lo último que se pierde– de que, avanzando algo respecto a 2009, podría recomponer su programa de acciones orientado a mejorar la eficiencia y, por lo tanto, lograr crecimiento en la productividad. Sin embargo, la testaruda realidad económica ha sido implacable en sus nefastas consecuencias sobre el mundo empresarial y, consiguientemente, los planes innovadores del CIO han sido irrealizables. Pese a ello, como toca pecar de optimismo en la incertidumbre que nos encontramos habrá que soñar con que –a pesar de que Zapatero, en un alarde de austeridad, ha rebajado sus asesores de 644 a 633– las mentes preclaras que ayudan a nuestro presidente consigan, por fin, dar con las pautas adecuadas para enderezar el equivocado rumbo y repercuta en el cambio deseado para la maltrecha situación económica. De no ser así, a nadie debe extrañar que, como viene testimoniándose desde el inicio del presente año, en cuantas oportunidades se le brinda al CIO de expresar públicamente sus inquietudes, comentar su problemática y dar opiniones respecto a las que estima como fórmulas idóneas para salvar lo más certeramente posible la crisis y encarar el futuro con proyección innovadora haya un común denominador: reiteración, reiteración y reiteración.
Resultaría de dudosa credibilidad que, en un crecimiento económico plano, el CIO cambiara de discurso cada dos o tres meses, lanzando contundentes y maravillosas recetas que significasen puntos de inflexión respecto a enfoques y decisiones que venían predominando para optimizar recursos.

La fórmula del ‘más con menos’
El CIO está padeciendo decisiones e imposiciones que le obligan a recortar gastos y, paralelamente, se menguan exageradamente sus inversiones o se paralizan, dicen, que transitoriamente. No quieren percatarse, quienes aplican medidas cicateras a las razonadas solicitudes del CIO –enfocadas, primero, para poder sobrevivir a la situación y, a continuación, para tener capacidad innovadora– que la supervivencia conviene basarla en estrategias innovadoras que puedan influir decisivamente, en el futuro inmediato, en la consecución de metas importantes. Y, ya, en el colmo de la insensatez, alegando motivos económicos coyunturalmente preocupantes –para tranquilizar conciencias, básicamente– se le dice al CIO que no queda otra alternativa mejor que la de recortar sus recursos –tanto humanos como económicos– a la vez que se le exige mejorar resultados. Lo que solemos denominar “hacer más con menos”. Y tanto se extralimitan los superiores del CIO en la compañía en hacer valer estas exigencias –con sibilinas amenazas o sin ellas– que, aunque parezca sorprendente, consiguen que se cumplan objetivos, con tan peligrosa filosofía. Sirvan dos ejemplos que pudieron escucharse en la última reunión CIO-Directions –organizada por IDC e IDG Communications– celebrada en España. En ella, el CIO de la Agencia Tributaria, Ignacio González, dijo: “En los últimos años, nuestras cifras de inversión han sido el 50% de lo que invertíamos en los años de mayor capacidad presupuestaria. Sin embargo, la carga de trabajo sigue aumentando un 23% anualmente y, en este momento, hemos pasado en el día de pico de tener 96 millones de transacciones CICS, a más de 125”. Asimismo, el CIO de Caixa Galicia, José Valiño, fue concluyente: “Con un 26% menos de recursos, hemos sido capaces de dar respuesta a un incremento del 40% en la demanda de negocio”. Son sólo un exponente de una práctica que los acontecimientos están imponiendo al CIO.

La nube como panacea
Es evidente que 2010 ha servido al CIO, en muchos casos, para madurar ideas. Y, entre las variadas sugerencias que ha ido recibiendo para adoptar estrategias innovadoras, con alto nivel de influencia en la reducción de costes, destacan las alternativas basadas en 'cloud computing'. Para enriquecer las argumentaciones a favor de la nube, sus defensores se apoyan en estudios o informes realizados fundamentalmente por consultoras en los que, augurando un magnífico porvenir para el modelo, lo avalan con significativas cifras de facturación para los próximos años, y la imparable adopción de sus servicios por parte de un CIO, que parece cada vez más convencido de la excelente rentabilidad que aporta la 'nube'. Por las circunstancias imperantes, que le afectan mucho, está disponiendo el CIO de tiempo suficiente para priorizar sus ideas e ir analizando y madurando aquellas que más le impacten o pudieran hacerlo. Y, en esta línea, no tendrá más remedio que profundizar en toda la problemática que rodea a la nube para disipar dudas e ir seleccionando sus puntos más atractivos. Si confía en lo que dicen las consultoras y considera lo que le transmiten amigos y colegas el CIO está obligado a prestarle máxima atención y dedicación a las posibles consecuencias de la implantación de la 'nube'. Sin descuidar algo tan importantísimo como son las buenas referencias. La maduración de ideas suele resultar rentable.


Eugenio Ballesteros es analista independiente.

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