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Máquinas o personas, ¿cómo serán las compañías del futuro?

El empleo de robots y otros tipos de máquinas, lejos de ser una amenaza para los puestos de trabajo, puede mejorar el rendimiento laboral.

robot

En el futuro la introducción de mejoras tecnológicas nos permitirá ser mucho más productivos, creará nuevas maneras de desempeñar y desarrollar las tareas y crearán nuevas formas de empleo. Aunque las predicciones más sensacionalistas auguran la desaparición del trabajador humano, lo cierto es que la robótica supone una oportunidad para desencadenar innumerables mejoras en la productividad, con un efecto similar a los que tuvo la Primera Revolución Industrial. 

Según Alistair Cox, CEO de Hays, serán los humanos, y no robots, los que determinarán el futuro de las empresas en las próximas décadas. “Resulta difícil creer que los humanos serán sustituidos por máquinas, ¿dónde quedarían entonces las relaciones personales y la intuición? En el mundo empresarial se sabe que no hay sustitutos para estos dos factores”, sostiene Alistar Cox.

Es cierto que las máquinas realizan muchas funciones en el mundo laboral y, sin duda, con los años esta tendencia aumentará. Además, cuando se trata de movimientos repetitivos y de análisis de datos básicos, los robots tienen mayores capacidades y mejor resultados. Los avances a pasos agigantados en la ciencia de los datos y la inteligencia artificial están propiciando nuevas formas de entender los negocios y de generar nuevas ideas. “Lo ideal es equipar a las personas con las herramientas y máquinas necesarias para hacer mejorar su trabajo, no reemplazarlos” indica Cox.

Hay distintos motivos por los que las empresas deben apostar por las personas, según el CEO, una de ellas es que no pueden establecerse relaciones de ningún tipo con un robot. No hay robot que pueda motivar a la fuerza de trabajo, devolver un favor o construir una relación, cualidades que permiten a una empresa funcionar sin problemas y hacer las cosas bien. Las relaciones interpersonales son las que motivan al trabajador a realizar un esfuerzo extra no sólo de cara al cliente sino también en la oficina. Las relaciones humanas no pueden ser replicadas por un robot.

Además, es esencial el instinto humano. Si bien la tecnología puede ejecutar la estrategia, la planificación es mejor dejarla en manos de la gente. La intuición natural no puede ser codificada ni implementada de manera artificial. No se puede programar la cultura, ni las sensaciones que uno tiene ante nuevos retos, la percepción o la sagacidad. Sin duda capacidades que se requieren en los negocios, especialmente cuando se trata de delegar los trabajadores o en llevar a cabo nuevas contrataciones.

Y es que las personas aportan valor por sí mismas: Los clientes finales, independientemente de la industria o el sector, son personas. La tecnología revaloriza consistentemente las habilidades de los trabajadores y les ayuda a realizar un trabajo más efectivo y de mejor calidad. Hay que ser consciente de que la tecnología puede ser replicada por los competidores, pero la gente y el equipo humano no. Por tanto, debemos mirar a los robots no como una amenaza, sino como un medio de ahorrar tiempo, aumentar capacidades y mejorar la productividad. En definitiva, permitir a las empresas centrarse en el lado humano de su actividad.

En el mundo corporativo de hoy, ultra-competitivo, la batalla por la innovación nunca ha sido más feroz. Para ser verdaderamente innovador se requiere colaboración, intercambio de ideas y creatividad. Todo ello simplemente no se puede programar. Surge de manera inesperada. En un pasillo de la oficina o en una reunión con los compañeros de trabajo. Además del trabajo duro, son estos momentos inesperados y no planificados, los que aportan valor en la empresa y la hacen destacar de sus competidores.

"Se necesitarán las capacidades humanas y por supuesto la intuición natural que poseemos como personas para aprovechar realmente las nuevas tecnologías e impulsar así la productividad de las empresas. El truco está en reconocer la necesidad de las diferentes habilidades que aportan humanos y máquinas, ya sea individualmente como en nuestras organizaciones”, finaliza Cox.



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