Sanidad
Desarrollo

Un nuevo algoritmo detecta el riesgo de muerte súbita cardíaca

Se trata de un método que detecta las variaciones morfológicas de la Onda-T en el electrocardiograma, mejorando así el valor predictivo del riesgo de muerte súbita en pacientes.

algoritmo muerte súbita cardíaca

Las ventajas de la tecnología al servicio de la salud, patentes en un sinfín de proyectos. En esta ocasión lo demuestra un algoritmo cuyo propósito específico pasa por identificar el riesgo de muerte súbita. Así se desprende de un nuevo estudio impulsado por el Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A) de la Universidad de Zaragoza y capitaneado por la investigadora Julia Ramírez. El nuevo algoritmo asocia específicamente las variaciones de uno de los parámetros que se miden en el electrocardiograma (ECG) con la muerte súbita cardíaca. Esto, según Ramírez, es “sencillo” de medir: únicamente se necesita un ECG en reposo, mientras que otros algoritmos específicos de muerte súbita requieren pruebas concretas y, por lo tanto, no son tan sencillos de utilizar en la práctica clínica. Además, hasta ahora los algoritmos que existían no distinguían bien el riesgo de muerte súbita de otras causas de fallecimiento.

Teniendo en cuenta que hasta la fecha los algoritmos que existían no distinguían bien el riesgo de muerte súbita de otras causas de fallecimiento, este es un importante paso adelante en el sector sanitario en general y en el diagnóstico de pacientes en particular. En este sentido, el citado trabajo de investigación liderado por Ramírez pone el acento en la forma de una de las ondas del ECG, denominada Onda-T. Gracias a sus avances, por primera vez se han evaluado los cambios de la forma de la onda en un paciente en reposo con respecto a un electrocardiograma de una persona sana.

 

Metodología de la investigación

Para lograr materializar el citado avance han utilizado los datos del Biobanco del Reino Unido. Este incluye información genética y de salud de más de medio millón de participantes. Así ha sido posible evaluar a 60.000 personas sin riesgo aparente, con edades entre los 45 y los 70 años. Además, han contado un segundo grupo, a partir del estudio ARTEMIS, conformado por 2.000 personas finlandesas con enfermedad coronaria y una edad media de 65 años. Los participantes fueron analizados de forma ciega sin conocer a priori datos de quienes pudieran haber tenido una muerte súbita. En ambos grupos de población, el índice propuesto estaba específicamente asociado con riesgo de sufrir muerte súbita cardíaca. “Estos hallazgos indican un fuerte potencial, ya que su algoritmo podría también integrarse fácilmente en relojes inteligentes y dispositivos móviles y detectar esas variaciones en la Onda T del ECG”, explica Ramírez.



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